Bar Siless

Me senté en la barra y llamé al camarero.
-Lo de siempre, Will.-le dije mientras miraba mi móvil en busca de mensajes nuevos. Nada, gruñí mientras me metía el móvil de nuevo en el bolsillo y Will me daba mi Vodka negro. Todavía no tenía la edad legar para beber, pero Will era mi mayor apostador y sabía que le convenía tenerme en su bando. Le hice una señal con la cabeza de agradecimiento y me giré para ver mejor a los clientes del bar con la copa en la mano.

Llegué a un bar de las calles de nueva York. No estaba de humor, con aquel chichón en la cabeza no había pegado ojo, afortunadamente, tenia el flequillo, que me lo tapaba. Me senté en una mesa libre y comencé a mirarme en un espejito la herida que Leah me había hecho.
-Estúpida -murmuré entre dientes, aun muy enfadada.

Me fijé en una chica que acababa de llegar. Rasgos delicados, cuerpo menudo pero proporcionado... no estaba mal, pero parecía una de aquellas niñas mimadas que necesitaba atención cada dos por tres, lo sabía con solo ver como se miraba angustiada en su espejo. Seguí mirando, dándole otro sorbo a mi copa.

Estaba esperando a mi amiga, y no la veía por ninguna parte. Guardé el espejo en el bolsillo de mi cazadora blanca y me crucé una vez más de brazos. Me di cuenta como unos ojos se posaban en mi, aquello me incomodó bastante, por lo que busqué una mirada con la cual me podría cruzar. Era un chico, un chico muy muy guapo, y parecía muy interesante...

Me fijé en que la chica me miraba y le dediqué una minúscula sonrisa pícara. Me giré hacia Will.
-¿Sabes quién es la chica que está sentada en esa mesa?-señalé con la cabeza a la rubia. Will la miró y bufó.
-Es una de las hijas de Christopher Connor: Helena. Es de una familia muy rica y poderosa, pero tiene una mala fama.
Volví a mirar a la chica y me senté de espaldas a ella.
-En ese caso, no me interesa.-ni tampoco me beneficiaba. Bastante mala fama tenía en mi familia como para que me llenase más de rumores cuando mis hermanos encontrasen mi paradero. Además, no valía la pena meterse en problemas con una familia adinerada solo por una chica guapa.

Tenia el movil sin batería, símplemente... Genial. Bufé y me acerqué a aquel chico, mostrando una pequeña sonrisa.
-Oye, ¿tienes móvil? Estoy sin batería y me convendría hacer una llamada.

Miré a la rubia de arriba a abjo, evaluando si era una necesidad de verdad o solo una excusa.
-¿Con qué motivo debería darte mi móvil?-torcí una sonrisa y seguí bebiendo.

Alcé las cejas, ¿debería darle explicaciones?
-Con el que debo cancelar una cita -dije simplemente, cruzada de brazos, mirándolo de arriba a abajo.

Dejé el vaso en la mesa y apoyé el brazo en la barra, mirándola con una ceja arqueada.
-¿Y yo qué gano a cambio?-sonreí con picardía. No pensaba hacer nada, pero ya que estábamos...

Le devolví la misma sonrisa y saqué de mi bolsillo una moneda, se la lancé y alcé las cejas.
-Otra copa gratis.

Alcé las cejas; esa oferta sí que era tentadora. Hice un gesto con la cabeza a Will para que viniese y le tendí mi iPhone a la rubia.
-Que no sea más de un minuto.-dije sin mirarla.-Otro vodka... y póngale una bebida no muy fuerte a la señorita.-dije señalando con la cabeza a Helena. Al final no me había salido rentable el trato, pero bueno.

-Descuida -dije rodando los ojos, alejandome un poco para llamar a mi amiga, que venía muy muy tarde. Al final, cancelé la cita, volví a donde el chico y le devolví el iPhone, era parecido al mio, sólo que el suyo era blanco y el mio negro- Gracias.

Cogí mi iPhone y sonreí a la chica, tendiéndole el vaso de Patxarán que había pedido.

Fruncí el ceño cuando me tendió la copa.
-Vaya, gracias -dije cogiéndola y alzándola. Aunque no solía beber mucho...

Seguí bebiendo en compañía de la chica, aunque no le decía nada. A veces la mejor conversación era el silencio... al menos en mi caso.

Al dar un largo trago del pacharán, mi garganta ardió demasiado, aunque aquello me gustó. Encogí mis hombros y miré a la copa, como si estuviera mirando el humo de un cigarro que se consumía sin razón alguna.
-Joder, qué sensación tan rica -murmuré mirando la copa pensativa con una sonrisa.

Alcé la ceja, mirándola por encima de la copa.
-Se nota que no eres una gran bebedora, ¿verdad?-le tendí mi Vodka.-Ten, prueba esto. Es un poco más fuerte.

Sonreí un poco, cogiendo su copa de vodka.
-Qué va, no es algo que me apasione hacer -miré esa copa fijamente, como antes- Esto es bueno para olvidar lo malo de la vida -dije dándole un trago, no muy grande para no dejarle a él sin nada.

Asentí con la cabeza, dándole la razón.
-Aunque una chica como tú no sería un ejemplo apropiado para esa frase.-dije refiriéndome a su fortuna.-Por cierto, no me he presentado. Joe Bennington.-sonreí con la cabeza ladeada y los ojos entrecerrados.

Alcé las cejas, riendo por no llorar o sentirme inferior.
-Esa es una ventaja, la fortuna. Cierto. Pero mira... Detrás de tener unos padres que me lo den todo -dije dandole otro sorvo a la copa de pacharan- Tengo unos hermanos que me quieren muerta -tal vez él pensaba que era una exagerada, pero mi herida no lo demostraba- yo soy Helena -dije tendiéndole la mano, para estrechársela.

Cogí su mano y, en vez de estrechársela, me la llevé a los labios para besarla.
-Aún así, pienso que con esa carita no debes tener muchos problemas.-dije en tono bajo como si le estuviese contando algo confidencial.-Todo los tenemos, tarde o temprano...-le solté la mano y seguí bebiendo.

Sonreí mirándolo de arriba a abajo.
-Mi carita -dije respondiéndole en el mismo tono- sirve para muchas cosas. Para convencer a alguien... o para muchas otras -alcé las cejas con cierta picardía, volviendo mi mirada a la copa.

Arqueé una ceja; la conversación se estaba poniendo interesante. No pensaba llegar muy lejos con aquella chica, pero si pillaba... pues mejor.
-¿Como por ejemplo?-pregunté inocentemente, interesado.

-No lo sé -dije pasando la punta de mi dedo índice por la copa ya vacía- usa tu imaginación.