Apartamento de Joe Bennington

En uno de estos pisos, localizados en el centro de la ciudad, vive Joe Bennington.

Habitación de Joe.

Spoiler:

Llegamos a mi piso y abrí la puerta con las llaves. Dejé entrar primero a Helena con una sonrisa pícara.
-Esta es mi casa... bonita, ¿verdad?-dije entrando después de ella y cerrando la puerta tras de mí.

-No está nada mal para ser un piso en el centro de Nueva York -dije sinceramente, sonriendo- está muy bonita -añadí.
Era cierto, los pisuchos en Nueva York eran pequeñisimos y sencillos, pero este era algo grande y moderno. No estaba mal...

Le señalé con una mano el sofá que estaba en la salita que conectaba con la cocina a través de un mostrador.
-¿Quieres tomar algo? También tengo cosas que no llevan alcohol.-dije refiriéndome únicamente a la Coca Cola Light que solía tomar los domingos de resaca o el zumo de piña para acompañar al Malibú.

Alcé las manos, como si no me importara.
-Por mi como si me das tres mil botellas de ron -dije sonriendo.

Sonreí para mí mismo, satisfecho. Le serví un Malibú un poco cargado a Helena, pues parecía ser de las que le gustaban lo dulce, y para mí me serví un whisky. Me acerqué a ella y le tendí el vaso, sentándome a su lado pasando un brazo por encima de ella pero apoyándolo en el sofá.
-Venga, cuéntame algo de ti.-le guiñé un ojo, bebiendo un sorbo de whisky.

Cogí el vaso y tras sonreir, le di un largo sorbo.
-Pues... ¿Qué te voy a decir? Soy una caja de sorpresas -dije alzando la cabeza con los ojos entrecerrados y una sonrisa.

Acerqué mi cara hacia ella, acentuando mi sonrisa y entrecerrando más los ojos.
-Sigue, me gustan las sorpresas.

Llevé mi mano a su barbilla, alzándola mientras sonreía.
-Me gusta dejar a alguien con la palabra en la boca... Dejarla con la mosca, no sé si me entiendes -dije alzando las cejas- Las sorpresas, salen solas, y como son sorpresas, no se pueden contar.

Arqueé una ceja.
-Es decir, que eres una chica imprevisible...-di un sorbo y después sonreí mostrando los dientes, una sonrisa seductora.-Me gusta. Estoy harta de chicas simples.-dije pensando en la mayoría de las chicas, tan fáciles que con solo chasquear los dedos las tenía besando el suelo por donde pisaba. La verdad, al principio creía que Helena era como las demás, aunque ahora que había hablando más con ella, tenía su puntillo...-¿Y qué más?

Solté su barbilla, sonriendo con cierta superioridad y colocando mi pierna derecha elegantemente sobre la izquierda.
-Eso, Joe -dije pronunciando su nombre por primera vez, con un tono juguetón, al igual que mi sonrisa- tendrás que averiguarlo tú mismo.

-Me encantan los retos.-dije sinceramente, chupándome los labios. Dejé la copa en la mesa y suspiré, cerrando los ojos con la cabeza echada hacia atrás.

Terminé enseguida la copa, sonriente al ver su reacción. La dejé sobre la mesilla y cruzada de brazos, lo miré de arriba a abajo.
-Y a mi me encanta lo que tengo delante -murmuré con una sonrisa pícara.

Sonreí con satisfacción sin abrir los ojos.
-Me ahorraré el decirte que ya lo sabía para no parecer presuntuoso.-dije, aunque sí que lo pensaba. Abrí los ojos para mirarle de soslayo.-Pero sí te diré que a mí también me gusta lo que veo.-la miré de arriba a abajo, obviando lo dicho.

Sonreí con satisfacción, acercándome un poco a él.
-Entonces tenemos algo en común, yo también pienso que es obvio que guste al resto -admití con una sonrisa pícara, llevando mi dedo indice a mis labios y acariciándolos coquetamente.

Di un pequeño saltito hacia donde estaba ella, acercándome más, y me puse serio.
-¿Me rechazarías si hiciese una pequeña locura ahora?-alcé una ceja.

Sonrei con cierta satisfacción, acercando mis labios a los suyos y luego alejándome, dejándole con las ganas.
-Depende de si esa locura me gusta o no -murmuré mirandolo juguetona a sus labios- lo más probable sea que no te rechace.

Me reí por lo bajo. Había tenido éxito, o eso pensaba.
-Créeme, te gustará.-susurré mientras me acercaba a sus labios y le besaba con pasión, colocando una mano en su nuca.

Sonreí contra sus labios, cerrando los ojos y devolviéndole aquel beso con mucha gana e intensidad mientras rodeaba su cuello con mis brazos.

Puse una mano en su cabellera rubia, bajándola hasta llegar al final de su pelo y siguiendo hasta el final de su cintura, donde la rodeé con los brazos. Seguí besándola introduciendo mi lengua en su boca y suspirando dentro de ella.

Comencé a jugar con su lengua, saboreando su saliva, haciendo círculos con ella... Le agarré del cuello de la camisa, acercándolo más a mi, como pidiendo más.

Mordí su labio inferior y la cogí de la mejilla para inclinarle su cabeza hacia un lado, haciéndole un chupetón y haciendo un camino descendiente con mi mano hasta llegar a su trasero. Me levanté haciéndola levantar conmigo y me fuí desabotonando la camisa, casi arracándomela.

Reí entre dientes, ayudándole a desabrocharle la camisa mientras lo seguía besando con ganas. Le quité del todo la camisa y luego comencé con la mía mientras él nos dirigía a otra parte de la casa entre beso y beso.

Dirigí a Helena hasta mi habitación, ayudando a quitar su camiseta y poniendo una mano en su espalda para tirarla a la cama de un tirón. Me puse a cuatro patas encima de ella, quitándome el cinturón.

Me quité los zapatos con ayuda de mis pies mientras iba desabrochando los botones de mi falda y besaba su cuello.